lunes, 4 de junio de 2012
Pasan los días, pasan los meses, pasan los años. Y en ese eterno discurrir del tiempo, tantas veces, no pasa nada.
Un revuelo de sangre joven vino a interrumpir mi letanía de amores imposibles. La ebullición de unos treinta y cinco años, parapetados detrás de una mirada franca y sin vueltas, tiró a la lona todas mis utopías amorosas.
En pocos días empieza el invierno. Pero para mí la primavera acaba de llegar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Mejor llegar a tiempo, que ser invitado.
Publicar un comentario