jueves, 8 de enero de 2009

relato al comenzar el día

Instalada con la Notebook , en el Café de la Esquina, observo desde el entrepiso las escasas mesas ocupadas, los pocos autos que atraviesan la calle Belgrano antes de las ocho de la mañana, y hasta alguna bicicleta perdida que se escurre por Alvear hacia ninguna parte.

Las voces de los parroquianos matizan con mil tonos disonantes la musiquita machacona que se oye de fondo.

La encargada pega un grito que opaca las rudas voces de la barra. Las luces tenues de los lamparones circulares suavizan apenas la sensación de oscuridad vigente que deja la niebla que entra por los ventanales.

Los negocios de los alrededores duermen, todavía. Ya pagué mi café con leche, y, apenas, estoy haciendo tiempo para mi clase de Pilates, porque falta un cuarto de hora que puede tornarse interminable...

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