a medida que pasan los días
Es entonces cuando no tenemos mejor idea que renegar de la compañía ajena, para que, cuando nos quedamos solos, comprobemos que la que más nos molesta...es la propia.
En etapas así, parece que no hubiera remedio para la mala onda que solemos acumular.
La fórmula es muy vieja, y muy sencilla: recurrir a la naturaleza.
En verano, nada mejor que tirarse al sol, y si esto nos abruma, darse un buen chapuzón antes.
Dejar que los rayos infinitos y abrasadores nos sequen la piel, lentamente, mientras vaciamos la cabeza de ideas parásito.
En eso estoy.
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