Un par de gorriones removiendo ramitas en un rincón.
Un silencio de convento invadiéndolo todo.
De repente, una horda de chicos que va a tender la ropa, encargo de mamá.
Un calzoncillo al suelo. Un par de repasadores voladores.
Y más gorriones, y más gente, y más revuelo.
Hasta que todo vuelve a la normalidad.
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