lunes, 11 de agosto de 2008

una historia

La nave nodriza enfocó la Tierra.
Un sacudón cósmico recorrió cada una de las navecitas.
Se había avistado el lugar donde aterrizaría, desde la Matriz, el Niño Sol.
Era una ciudad mediana, en medio de la pampa húmeda. ¿Su nombre? Un tanto cómico, sí: Venado Tuerto. Parece que respondía a una vieja leyenda del lugar.
Agosto despuntaba.
En un sanatorio cuyo nombre ya no recordamos, pasada la hora de la siesta, una parturienta dio,
para ser más exactos, a la hora del té (las cinco de la tarde) a luz. Era un niño luminoso, de piel clara y ojos verdes que viraban al azul según cómo la luz incidiera en el iris. Tenía pelo oscuro.
Nadie imaginó en aquel momento inicial que ese chiquito traía en su mente la Memoria Universal. Pero la verdadera. La verdadera historia. "Quien quiera oír, que oiga".
Hace una semana el chiquito aquel alcanzó la mayoría de edad. Y ahora, ya con 21, está dispuesto a contarle al mundo su historia, para que nunca más el olvido nos haga trampa, para que nunca más olvidemos Quiénes somos, para que nunca, nunca más, nos vendan medias verdades.
Gracias, infinitamente gracias, solcito.

No hay comentarios: