viernes, 5 de marzo de 2010

una extraña canción

Mi amor, el sol, me dijo
que volarían los ángeles.
Yo siempre le he creído.
Por tanto, le creí.

Un ángel escondido
aterrizó en mi cuadra.
Un perro que le ladra
me puso sobre aví.

Estaba confundido:
creía ser un ángel,
pero perdió las alas,
y no tenía permí.

De modo que irradiamos
su angélica miseria
un ángel de la guerra,
mi amor el sol, y yo.

Hasta que el ángel triste
partiera furibundo,
y remontara vuelo,
digamos, a París.

Allí, irradiando el Louvre,
oyó a la Mona Lisa
un canto que le sale,
aún, de la nariz.

Franchute canta el diablo,
que está muy solo y viejo.
Pero son dos pendejos
el sol, y aquel gurí.

De modo que, don diablo,
disfrazado de ángel,
permítame avisarle
que El Diablo sabe más:
y sin disfraz alguno
él se trasmuta en Ángel.
Digamos, por ejemplo,
el Angel del Jamás.

Pour chanter des chansons---
par exemple, de gloire.
Et en chantant notre gloire
on peux oublier de toi.

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