domingo, 26 de diciembre de 2010

poema de madrugada

En las beatíficas manos de la noche
sueños soñando, vida suspirando,
me senté a imaginar la consecuencia
de ser un bicho sin querencia.
Entonces...¡ay, horror!, lloré de nuevo,
y de pasados muertos y cicatrices viejas
ya no quise sentir ni el olor,
ya no quise tomar las banderas.
Porque esta brisa fresca que acaricia mi cara
no sabe del ayer,
y, tal como agregaría Papasseit,
"ama l'oblit pervers".
Porque esta nube nueva que tapa el sol apenas,
tan solo para devolverlo más entero,
sabe que la espero para que mienta oscuridad,
mientras la verdad sale de paseo con mi duermevela.
Porque estos cascabeles que inundan mi conciencia
no tienen otra ciencia
que la de echarse a amar.

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