lunes, 6 de diciembre de 2010

relato

Las pelusitas del tilo de la puerta de mi casa caen sin parar sobre la vereda, al sacudir el viento el árbol.
Motos que van y vienen de uno a otro lado de la avenida.
Mamá hablando de WikiLeaks, sin entender ni jota.
El ruido de un colectivo urbano surcando los oídos desprevenidos de los transeúntes.
Y acá, puertas adentro, todos mis cuadros, que pronto no van a caber más en mi oficina. Mi amigo Fernando, el médico, que anoche vino a ver a mamá, dice que queda mucho más linda la oficina así, transformada en galería de arte. En realidad, mi aspiración secreta es que haya compradores para los cuadros, y despoblar nuevamente la ex-veterinaria, de una buena vez...

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