martes, 23 de septiembre de 2008

un relato

Cuando la historia comenzó, sólo se vislumbraba el destello de una luz en un sueño. Una luz que hablaba y decía las palabras más conmovedoras que se hubieran escuchado jamás. Todo lo demás era bruma.

Fueron pasando los meses. La confusión aumentaba, la lista de personajes crecía. El caos estaba cada vez más cerca.
Después de la explosión, hubo que juntar las astillas y terminar de barrer bien la mente. Esto llevó años, largos años en que los pasillos de la mente se resistieron a la escoba, inventando rincones donde había habido rectas, recovecos donde estaba antes plano.
Y así, entre enseres de limpieza mental, barriendo una a una las telarañas de la mente mezcladas con escombros, por esos avatares de la vida, un día, quizás uno en que la limpieza había sido más esmerada que otros, asomó un sonido. O, mejor dicho, dos. Lup-dup. Era un órgano recóndito hasta entonces; donde la mente reina no suele haber espacio para ruidos más puros. Era...el corazón.
Y ese corazón estaba habitado. Lo habitaba una luz intensa, que al menor descuido de las telarañas mentales mostraba su brillo.
Así fueron recorriendo, con una paciencia de años, el acercamiento. La "casa" de los órganos, y el corazón, claro. A veces la luz se intensificaba. Otras, se alejaba abruptamente. Otras más, parecía estar jugando: se escondía.
Hasta que un día, después de muchísimas idas y vueltas, de amagues y recules (jeje), la luz fue empezando a mostrar una forma: la forma de una cara; un color: el color de una mirada; un par de brazos; una voz, la más querida de las voces.

Entonces, el Universo adquirió sentido. Y el Amor fue.
(el Amor Es)

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