lunes, 1 de octubre de 2007

crónica

Un día agitado: pregunté al mediodía si había clase de catalán, porque se atrasó una fecha, y no sabía.
Me dijeron que sí, así que me desperté bastante antes de la siesta, para que no se me hiciera tarde.
Diez minutos antes de ir, llamó Agus, que tenía un montón de cosas que contarme, así que la charla se prolongó por más tiempo, hasta que tuve que decirle que me iba...
En el momento de ir, mi cuaderno y mi libro...habían desaparecido! Entré y salí como cuarenta veces a y del lugar adonde mi mamá seguía hablando con Agus. Finalmente encontré el cuaderno, pero no el libro. Salí puteando.
En la clase, todo bien (menos mal...), pero cuando llegué a casa, mi alumno de los lunes, por el que siempre salgo un rato antes, y que creí que no venía más porque la semana pasada faltó sin avisar, estaba muy instalado aquí, esperándome. Ya había pasado un cuarto de hora de su horario habitual.
Después, bostezaba desesperadamente, así que le permití irse antes, porque era evidente que no tenía ni media gana de tener clase.
Mamá no se siente bien, así que fui a comprarle algunas cosas para solucionar el problema.
Cuando volví, ¡Agus nuevamente en el teléfono!, para contarme que su amigo, que está en Estados Unidos, le había escrito un mail larguísimo, con lo que mi sobrina se colgó otros veinte minutos en el teléfono.
Ahora vengo a actualizar la página, y mi vieja, que no para de hablar, me desconcentra completamente...En fin: espero haber ecrito algo coherente.
Hasta mañana.

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