publicando intimidades
con los gozos y las sombras;
el corrillo que te nombra
no se apacienta en el suelo.
Subo el volumen, y vos,
obedecés (de excepción)
subiendo también la voz,
cuando te pido "más alto".
Casi me da un sobresalto
cuando voy, beso la radio,
y la radio me devuelve
un beso húmedo y cálido.
Mejor ni te cuento, entonces,
lo que me pasa al mirar
la humedad de las paredes
o la pantalla apagada
del viejo televisor;
todas, rezuman tu amor,
aunque ninguna es de bronce;
y una cosa similar
pasa cuando el día cede:
te reís a carcajadas,
como conociendo el cuento,
y yo juraba que era
mi intimidad más cerrada.
Después preguntás por qué
te llamo Mago Supremo...
¡Si lo que veo, cuando veo,
vos lo soñaste primero!
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