Y detrás de estos cristales cae la lluvia mojada,
y yo te digo pavadas para divertirte un rato,
que de andar tanto recato pululando por las calles
ya dan ganas de que calle el que dicta y no contesta,
para dar paso a la orquesta de tus bienes y mis males,
y mientras las catedrales van recitando el Corán,
y las danzas berberescas se aprenden bien la Torah,
yo te beso en el espacio, un espacio populoso,
donde ni mi piel de oso me alcanza para paliar
el frío de tantas almas dormidas por el dinero,
y con tantos pasajeros, puede el tren descarrilar.
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