miércoles, 14 de abril de 2010

por si las moscas

Esculpiendo sinrazones en las orillas del verbo,
me pierdo, si los encuentro; les gano, si los olvido.
Fue todo tan increíble, tan absurdo, delirante,
que lo que antes era vida fue después muerte licuada;
cansada de tomar pócimas que conducían a la nada
hecha recuadros y mitos, hecha sanata y bolazos,
se me dio por ver el mazo y pescar al comodín,
mientras me iba enterando de que había cartas intrusas;
intentaron convencerme con diez mil excusas vanas,
pero no me dio la gana de seguir oyendo cosas
que mentían mariposas y regalaban cuchillos.
Así es que, despuntando el vicio que más valoro,
el de escrachar a los toros y torear a las serpientes,
les bato: muestro los dientes cuando vienen a engañar,
y si no quieren ligar la mordedura fatal, váyanse,
avecitas negras, a graznar a otro corral.

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