lunes, 5 de abril de 2010

paseando con Andrés

Escucho a Calamaro,
meta gin-tonic helado,
la cadera de otra tipa
que le sirve de guantera...
Y hay un deseo que pide
siempre que pasa un tren.
Por aquí no pasa naides,
ni ningú, hasta ninguem.
Sólo tengo trenes viejos
enroscados al espejo
donde todo está muy quieto.
Me escabullo por el gheto
de la marginalia nuestra,
donde nada vale nada
pero nada es lo que cuesta.
Mientras, Andrés sube el tono
y me canta abiertamente
que me guarda la primera
bala de su cartuchera.
El paseo por tu radio, Andresito,
es agitado. Me merezco, me parece
un buen mercado de pulgas
donde cambiar garrapatas
por piojos de pura cepa.
Y si eso no alcanzare
(las cinco de la matina)
me compro tu carnaval
brasilero a la argentina,
donde la musa es la mina
que siempre es una sola,
aunque parezca serpientes
que se han mordido la cola...

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