domingo, 4 de noviembre de 2007

confesiones en domingo

Es una verdadera felicidad haber vuelto a la normalidad en mi página; cuando pienso que estuve un mes entero "incomunicada", soy presa de una angustia retroactiva.
Agus está en casa, se va dentro de un ratito; y, como siempre, con su sola presencia lo ilumina todo: hasta el corazón "oscuro, herido de dudas de amor" (como diría Silvio) de esta tía cascarrabias cuya preocupación superlativa, desde hace 17 años, ya, consiste en averiguar de quién está enamorada, logrando vislumbrarlo sólo a intervalos brevísimos.
Sospecho que las razones que esgrime Agus para "hinchar", junto a su hermana Lola, siempre por el mismo candidato, no son las verdaderas; hace demasiados años que todos aquellos en quienes deposito mi confianza me ocultan la verdad, diciendo que es con buenas intenciones, cosa que les creo. Juro que no es paranoia. Es mero sentido común de alguien que se considera Josefina Comunicación, y a quién no sabe qué tenebrosa maldición la condenó a ser ignorada por sus pares hace ya la friolera de diecisiete años, desde el '90. Maldición que parece no querer terminar jamás.
A menudo me siento como un ser de otro planeta en una tierra extraña, tratando de tender lazos, infructuosamente, con seres que no entienden ni mis palabras, ni mis gestos, ni mis señas. Peor aún: rodeada de seres a quienes, directamente, no les interesa entender.
Bueno, bah, en fin: alguna vez tenía que largar el rollo, ¿no?

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