lunes, 18 de febrero de 2008

residencia en la Tierra

Llueve en Venado.
Una llovizna azul inunda mi alma.
Mi sobrina acaba de partir, después de tres semanas en casa.
Una canción inconfesable endulza mis oídos.
El tiempo parece haberse detenido, después de años de correr, frenético, huyendo vaya uno a saber de qué ignoto peligro.
Hoy todos los días son hoy, y siento que los que vendrán lo serán también.
Hace cinco días paró el motor del auto de mi espíritu. Me sorprendí. Me bajé, y para mi sorpresa, todo el paisaje, hasta entonces familiar, había cambiado.
Ya no me encontraba en la ciudad que me vio nacer, sino en el Ahora, un lugar que hace de cada ciudad mi ciudad natal, de cada rincón mi habitáculo, de cada lágrima una orquesta, tocando siempre el Himno a la Alegría.

No hay comentarios: