martes, 25 de marzo de 2008

un pequeño poema

Ronda la casa un silencio
que se parece a un aullido;
maúllan los tigres salvajes
en el eco de mi oído.
Huye la noche tramposa
por arrabales remotos,
mientras se excusa una aureola
de santo, sin sus devotos.
Rechina en el campo un gozne
que nadie sabe de dónde es.
En la ciudad, un murmullo
se va haciendo correr.
Algunos dicen: chimento.
Otros susurran: mentiras.
Yo creo que es la verdad,
de la que nadie se fía.

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