domingo, 8 de noviembre de 2009

meditando en domingo

Navegando por las playas de mi mente, me encontré con el amor. Y después de haber teorizado (y practicado) durante años cosas que no pasaban de ser sus sustitutos, creo que al fin encuentro alguna verdad más consistente.

Me puse a pensar por qué amo a quien amo, y llegué a la conclusión de que, si no nos uniera una misma causa, si no compartiéramos esa visión sobre el mundo, probablemente no me uniría a él nada más de lo que puede unirme a mi vecino o al farmacéutico de enfrente.
Es esa mirada en la misma dirección, y no la mirada recíproca, la que le da al amor su sentido.. Y es quizás también por eso que las uniones fracasan con tanta frecuencia: se aburren de tanto mirarse el uno al otro, y cuando apartan la vista e intentan mirar hacia un mismo punto, se encuentran con que uno de los dos se siente atraído por el Este, mientras el otro muere por dirigir su vista hacia el Oeste. Por allí no, chicos; no es por ahí. El punto es el enfoque al unísono, no el enfoque recíproco...

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