al Príncipe del Cielo,
que sabe leer mi vuelo
en mis cartas
Imaginar enredos
en estos veinte años
de prender una vela
y una espada
Elucubrar pavadas,
misterios y aledaños
en esta misma escuela
ingrata
Sucumbir a las alas
del visitante extraño
que te deja secuelas
en el alma
Y finalmente excesos
de besos de antaño
barridos sin un daño
con arte y con espuelas
de plata
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