sábado, 9 de junio de 2007

caminata

Vengo de una caminata sideral: después de dos horas de estar aburriéndome en mi casa, porque llamé a Marisa, y tenía que ir a cortar un árbol, y a Cris, que estaba en lo de una amiga y se iba a dormir la siesta, decidí, para matar el tiempo, retomar las viejas caminatas, que tanto bien me hacían, y que hace tanto abandoné.
Pues bien: vengo muerta.
Es increíble cómo se pierde el estado físico. Había engordado tres kilos en este último tiempo, pero no imaginaba ni de lejos que mi entumecimiento hubiera llegado a este estado.
Caminé desde Alvear, la calle de la esquina de mi casa, hasta Santa Fe: siete cuadras. Allí doblé, y caminé hasta Rivadavia: otras cinco cuadras. Desde Rivadavia enfilé para Belgrano, la calle principal: seis cuadras más. Es cierto que allí me entretuve fugazmente con algún que otro negocio, pero no lo bastante como para interrumpir la caminata. Otras cinco cuadras, y a doblar, para llegar a casa. Creí que se me iban a desprender los muslos e iban a echar a rodar por el pavimento...Un verdadero desastre. Espero retomar el hábito, porque de lo contrario me transformaré en una momia egipcia algo entrada en kilos...

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