jueves, 14 de junio de 2007

divagaciones de un día gris

Cuando las nubes llegan para quedarse, cuando el gris de la tarde lo abarca todo, cuando la lluvia empieza a caer, en parte como una redención, en parte como un castigo; cuando todos los trenes que desembocaban en mi puerta apuntan a otra dirección; cuando las clases de inglés quedan en el olvido, junto a otros compromisos más o menos urgentes; cuando miro mis manos y las encuentro vacías, vacías sin las tuyas, que nunca las han rozado; cuando todo parece extinguirse, y aquella llama que me trajo desde allá lejos hasta aquí ya casi ni alumbra; cuando me toca preguntarme cuál será el próximo paso. Ahora. Ahora, en este momento suspendido entre nostalgias y un futuro todavía seis meses lejano. Entonces, reviso mis lagrimales, tan secos siempre, o casi, y no; nada ha cambiado. No se asoma siquiera una lágrima.

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