jueves, 7 de junio de 2007

relato del día

Anochecer de un día agitado.
Me levanté a las cinco. No sé por qué razón, no pude seguir durmiendo. O tal vez sí: me tiene mal esto de la alumna que preparo en inglés y de cuyo examen depende que pueda seguir estudiando su carrera terciaria, o no.
Ayer fui a hablar con la profesora, y por lo que pude ver no está demasiado dispuesta a aprobarla. Le doy la razón: en ese colegio tienen un nivel de inglés avanzado, y esta chica venía de un colegio donde ni siquiera tenían inglés; nunca pudo ponerse al día con las exigencias de su nuevo colegio.
Así que allí estoy, con los ojos abiertos mañana, tarde y noche, preguntándome cómo resolveré este intríngulis.
A las ocho vino otra alumna. Sin sobresaltos. Todo normal.
A las nueve y media llamó la madre de esta chica a la que me refería para decirme que no podía venir a las diez, y que le cambiara el turno. Hecho.
Después de comer y dormir una siesta, también a los saltos, me levanté para recibir a mi alumno de las cuatro. No apareció.
Hace un rato, y mientras estaba enredada entre compacts y casetes, porque compré uno de esos "artefactos" para guardar CDs, y el estado en que los tengo es caótico, apareció Rocío, mi alumnita de siempre, a decirme que no venía a inglés porque en el colegio habían hecho lo que nosotras habíamos adelantado el lunes.
Recién termino de poner un poco de orden en el vivo despelote de discos, y acá me siento, a contar mis peripecias.

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