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Hoy, después de diecinueve días, vinieron a arreglarnos el teléfono.
Desconfiábamos; lo cierto es que desconfiábamos.
Yo estaba con una alumna en la habitación de la casa donde tengo la computadora (es decir: aquí). Mi alumna estaba más asustada que todos nosotros juntos.
Los tipos no traían identificación alguna.
Al rato, decidí dejar a mi alumna acá y acercarme a Telecom, que queda a una cuadra y media.
Cuando pregunté, me dijeron que eran los contratistas, que Telecom los contrataba para hacer tal o cual arreglo, y que por eso no llevaban indentificación de ninguna especie.
Bueno, en resumidas cuentas: el teléfono está arreglado, y el episodio no pasó de un susto.