lunes, 21 de mayo de 2007

no se lo digas a nadie

En la eclosión de los días grises, cuando cuesta recordar el color y la alegría, en esos días, pienso en tu huella bendita y mi cielo se tiñe en tecnicolor.
Cuando llega la noche, cuando todo lo andado se resume a una lumbre allá lejos y a una taza caliente, me acuerdo de vos y titilan los espejos.
Cada vez que las cosas no salen como lo había planeado, cada vez que una vuelta de tuerca gira mi destino hacia otro lado, evocarte es congregar todo el arcoiris.
Mientras pasan las horas muertas, cuando nada parece avivar mi interés, entonces tu imagen viene a rescatarme del último naufragio con su vela encendida.
Así sos: huella, espejo, arcoiris, vela que vira el gris a un universo sorprendente de color y de ritmo. Así sos: pura luz. Como tu nombre.

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