viernes, 4 de enero de 2008

Basta

Estoy harta. Al fin he comprendido que no tiene sentido que me exprese: de todos modos, nadie me escuchará.
Como la Casandra de la mitología, no sé qué estúpido Apolo me ha condenado, desde hace ya muchos veranos, muchos, muchos, tantos, que no me caben en el pecho la bronca y la impotencia, a carecer del don de la persuasión; por más que vea, que pueda ver (soy alevosamente miope), nadie verá lo que yo veo, nadie escuchará lo que yo escucho, nadie sentirá lo que yo siento.
Estoy tan horrendamente SOLA en este mundo de cartón, que si los extraterrestres existen verdaderamente, y, ya que aquí nadie me escucha, alguno de ellos me escuchara, les pido que vengan con urgencia a buscarme, pero ya no para llevarme a Alfa del Centauro, que de todos modos es la estrella más cercana, sino más allá de Casiopea, la estrella de Silvio, porque, como él, llevo más de un millón de años dando coordenadas, pero nadie contesta a mi llamada. ¿Será que me he quedado sin hogar?

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