miércoles, 23 de enero de 2008

y ahora...

Un viento caliente sopla las esquirlas del atardecer.
Mi memoria insiste en sacrificar imágenes idílicas en aras de rescatar documentos históricos.
La noche dista mucho de asomar, todavía. De a poco se desvanecen los últimos restos de la siesta (tardía).
Un pájaro que no veo surca un cielo que me es ajeno, mientras las calesitas árabes giran en una plaza lejana, allá por la terminal.
En la otra punta de la ciudad, la vieja estación de ferrocarril desmaya su silueta con la tarde.
Chicos, chicos de todo tipo, montados a sus motos, caminando, en bicicleta, atraviesan mi campo visual una y otra vez.
Un cartel de "Se Alquila" me aburre de nuevo, desde la vereda de enfrente.
Ahora recuerdo que mañana tengo que pasar por el kiosco, a buscar la nueva entrega de una colección que le estoy regalando a la mamá de mis sobrinas.
La gente viene a casa, a menudo a contar que no empezó bien el año. Y como, en general, cuando uno lo empieza con "la pata izquierda", tiende a tomar eso como un vaticinio, hay que sacar oráculos de todo tipo para jurar y perjurar que no, que no será así, que a medida que se acerca el 2012 el planeta crece en conciencia, aunque no parezca, y que todo se revertirá rápidamente, con el correr de los días.
Todo sea por aportar elgrano de arena de cada día a la paz mundial, empezando por el microcosmos de la paz del vecindario...

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