martes, 15 de enero de 2008

cuentito


Hoy me levanté de mi sarcófago.

Miré a mi alrededor.

El mundo entero había cambiado.

Las estructuras piramidales, tan propias de nuestra cultura, tan bellas, tan...sublimes, habían sido reemplazadas por unos toscos edificios de fachada rectangular.

La cruz Anx, tan entrañablemente nuestra, ya no estaba aquí; ahora ocupaban su lugar un montón de símbolos extraños, en apariencia agresivos, que distaban mucho de aquello que, cuando me dormí en mi tumba, nos movilizaba.

Las paredes ya no estaban adornadas con jeroglíficos. Ahora había, en las calles, una suerte de anuncios, creo, a los que alguien que encontré por allí mencionó como carteles.

Dijeron que era para incentivar el comercio...

Ya no se construyen cosas por su valor estético o simbólico, según he comprobado. Ahora la idea es aturdir los sentidos...

?Para qué? ¿Para perder la percepción de lo bello, lo justo y lo bueno?

Creo que volveré al sarcófago, y entonces sí; dejaré antes, escrita en su superficie, la expresa orden de que no se me moleste hasta que hayan pasado cien generaciones más.

No hay comentarios: