lunes, 16 de abril de 2007

Andrea

Ayer fui con Andrea, una vieja amiga de la infancia que acabo de recuperar, porque después de andar por el mundo se volvió a vivir a mi ciudad, a la estación de trenes de Venado, que hace muchos años recibe sólo trenes de carga.
Andrea le preguntó al encargado por el estado de la estación; quién tiene la concesión (una empresa brasileña), y por qué casi ni se ocupan del mantenimiento de la vieja estación, que tiene pisos y techos de una madera muy buena, y otras reliquias de cuando se creó, allá por el año 1890.
Ella tiene ganas de hacer algo por mi ciudad, y empezar por la estación le pareció una buena idea.
Ahora me llamó para que le buscara algún libro. Es una ávida lectora, y me daba instrucciones acerca del libro que iba a elegirle.
Fundamentalmente, no tenía que ser pesado, sino de lectura ágil.
Finalmente acordamos que le prestaría las psicografías de Benjamín Solari Parravicini, ese vidente argentino que hacía, entredormido, dibujos premonitorios, a los que les agregaba una breve interpretación escrita, y Ginebra, la historia de Lancelote, Arturo y la reina con el corazón dividido en dos.
Adoro recuperar amigos...

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