martes, 10 de abril de 2007

los miserables

Estoy leyendo "Los Miserables", de Víctor Hugo. Por qué ahora, podría pensarse, y no años atrás. Es simple: las novelas altamente descriptivas siempre me resultaron soporíferas, y sin duda las decimonónicas lo son. Sin ir más lejos, los párrafos que acabo de leer describen todo el mobiliario del obispo de D., y seguramente unos años atrás habría revoleado el libro por los aires al encontrarme con tamaña descripción.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, es como si se hubiera operado un cambio sutil en mí.
Ya no me resultan tan mortalmente aburridas ciertas descripciones; hasta me tomo la molestia de imaginarme lo que el escritor imaginó, cosa que antes no sucedía ni por asomo. Al contrario, ponía mi mente en piloto automático hasta que la descripción terminaba.
Y aquí estoy, enfrentando este mamotreto, de a poco, claro,
porque es larguísimo, y mi cambio tampoco es u milagro, sino un cambio, a secas.Voy apenas por la página 55, son mil, y después hay otro tomo. Si mi reciente tolerancia a las descripciones prospera, lo terminaré, en comodísimas cuotas, claro. Y si no, a otra cosa.

No hay comentarios: